jueves, 3 de mayo de 2012

Método Emmi Pikler


En estos últimos días estamos escuchando mucho a Emmi Pikler y su metodología.
Tras haber ido a las escuelas infantiles de Navarra, las cuales llevan a cabo la metodología italiana de Regio Emilia, y habernos informado de que también utilizaban el método Pikler, nos ha parecido una buena idea daros un poco de información sobre cómo se lleva a cabo.



Emmi Pikler nació 9 de enero de 1902. Fue una médica, formada en Viena, se instaló como pediatra en Budapest en los años 1930. Su visión del niño pequeño - un ser activo, competente, capaz de iniciativas - le lleva a convencer a las familias que élla acompaña - de lo adecuado del desarrollo motor autónomo y de la importancia de una actividad auto-inducida y conducida por el niño mismo. Atenta igualmente a la dimensión relacional, muestra como vivirla en los momentos de cuidados, en un compartir íntimo y profundo entre el adulto y el niño.
En 1946 se confía a Emmi Pikler la responsabilidad de una casacuna en Budapest (llamado hoy en día Instituto Pikler). En la misma línea de su trabajo con las familias, (ella) busca el medio de ofrecer a los pequeños que ahí se crían, una experiencia de vida que preserve su desarrollo y evite las carencias dramáticas que puede crear la ausencia de un lazo significativo con los padres.
En la casacuna de la calle Lóczy va a nacer así un modo de encargarse de los niños pequeños, original e innovador. Sin buscar reproducir la relación maternal, proyecto vano en una institución - Emmi Pikler y sus colaboradoras permitirán a los niños establecer vínculos cálidos con sus cuidadoras, gracias a una atención exclusiva afrecida a cada uno durante los cuidados, a una coherencia en la vida cotidiana, a una estabilidad de los adultos y a las respuestas finamente adaptadas a las necesidades individuales.
Una gran confianza está puesta en la capacidad de cada niño a desarrollarse en estas condiciones por su propia actividad, siguiendo sus propios intereses. La actividad autónoma es la regla, sostenida por la relación establecida con los adultos. Gracias a esta actividad y a este sostén, el niño se percibe como competente, digno de atención, reconocido en su individualidad. En resumen, él elabora una confianza en sí mismo que le permite crecer armoniosamente.

A grandes rasgos, podemos decir, que se dedica básicamente a dejar hacer. A cada niño/a se le da su espacio, en el cual se mueve como él lo desea, sin ayuda la ayuda del adulto.
Se van respetando sus ritmos. No se le mueve de forma que por si solo/a no sea capaz de hacerlo. No se levanta al niño/a para “hacerle” andar, o se le sienta con la espalda recta, sí por el mismo no lo realiza.

Todo esto, es algo que a la mayoría de los padres les cuesta mucho respetar, ya que aunque deseen disfrutar continuamente del momento psicológico y psicomotriz del que se encuentra su criatura, también fantasean con el siguiente paso que este dará.

Si seguis con este breve artículo hemos suscitado vuestra curiosidad, os dejamos un enlace donde podeis encontrar todo un libro dirigido a este tema. Moverse en libertad.

Y para acabar, os presentamos un par de videos donde se puede observar como el niño experimenta por si solo y sin intervención, de ningún tipo, del adulto.



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